Estamos sometidos constantemente a presiones y exigencias dadas por una sociedad marcada por la aceleración, la inmediatez y la eficacia. De hecho, es como si quisiéramos ser superhombres y supermujeres, pero sin llegar a poder, pues somos meramente humanos.
Este modo de vida provoca varios síntomas y consecuencias. El estrés y la nerviosismo son, probablemente, los más visibles.
El estrés es la respuesta psicocorporal para afrontar una situación que se percibe como amenaza o que requiere de mayor atención. Por sí mismo, el estrés es necesario para sobrevivir, pues se encarga de activar nuestro cuerpo ante dichas situaciones.
Dentro de la respuesta del estrés encontramos dos tipos: el eustrés y el distrés.
En la siguiente tabla describimos algunos de los efectos del estrés:
| Eustrés | Distrés | |
| Cerebro | Mayor agilidad mental | Dolor de cabeza, tics |
| Pulmones | Mayor capacidad pulmonar | Hiperventilación, asma, tos |
| Estómago | Aumento de la acidez | Indigestión, ardores |
| Intestinos | Retención y disminución | Diarreas, cólico, colitis ulcerosa |
| Musculatura | Aumento del rendimiento | Tensión, dolor |
| Energía | Mayor consumo energético | Fatiga |
También conocido como “síndrome general de adaptación”, el estrés se detecta por tener un Sistema Nervioso Simpático más activo, el aumento de adrenalina y noradrenalina en el organismo, y un aumento de la glucosa, coagulantes y agentes inmunitarios en la sangre.
Las consecuencias de una mala gestión del estrés o la presencia del distrés van desde la falta de concentración, falta de memoria, fatiga crónica, nerviosismo, alteraciones del sueño, estreñimiento, dolor muscular o contracciones, tristeza, aumento en adicciones, trombosis, alteraciones en el estado del ánimo, inmunodeficiencia, o nerviosismo, entre otras.
Si bien el origen del estrés dependerá de cada persona, podemos encontrar factores comunes que lo favorecen:
La relajación tiene un papel crucial en el alivio y disminución del estrés o la nerviosismo. Si bien no eliminan estos trastornos desde la raíz, las técnicas de relajación son esencialmente favorables para reducir el estrés diario y mejorar la calidad de vida.
Ante ciertos trastornos agudos relacionados con la nerviosismo, por ejemplo, es necesaria la intervención de un especialista que evalúe el trastorno y aplique las herramientas necesarias. El uso de las técnicas de relajación nunca deben sustituir un tratamiento indicado, por lo que siempre es recomendable consultar con el especialista.
Durante un tratamiento por estrés postraumático o crisis de nerviosismo, las técnicas de relajación pueden ayudarnos a superar estos trastornos, aunque el potencial más importante es aplicarlas a nuestra vida cotidiana, formando parte de ella, para someter a nuestro cuerpo, mente y espíritu a un equilibrio entre la fuerza exigente y amenazante, y nuestro centro interior sereno e inmutable.
Curso Intensivo de Técnicas de Relajación
Texto extraído del Curso Intensivo de Técnicas de Relajación.
SENTIDA
INTIMIDAD